31.12.12

2012

Gracias.

A este post de Homo Gastronomicus (a Albert).

A la gran Ada.

A Carlota Fabregas que me llevó a su sección "Els 20 de la Carlota" en Directe 4.0 en Ràdio 4 junto a otros bloggers.

Y a TODO lo que gira alrededor de cierto local del Poble Sec que no me ha traido nada más que grandísimas cosas.

Bueno y evidentemente a todos los que siguen de alguna manera este humilde e iletrado blog. 

Seguimos en 2013.

27.12.12

Casa Julia. Otra casa de las de siempre.

CASA JULIA. Enric Granados esquina Pl.Letamendi montaña. De casa a casa.

La historia de la visita a este restaurante de barrio con solera y sabor añejo es algo compleja y curiosa. Lo cierto es que durante años consideré erróneamente que era una especie de restaurante para guiris, por culpa sobre todo de una decoración colorida de pegatinas y pósters con el nombre del local o anuncios de similar calaña que dominan la entrada del mismo. Ya se sabe que no hay que fiarse de las apariencias.
Creí durante mucho tiempo que era uno de esos locales donde te ponen una Paella d'Or o bazofia similar enlatada ideal timoguiri, hasta que un día su nombre apareció en una conversación con entendidos en el tema arrocil como una de las opciones clásicas en el centro de Barcelona donde encontrar una verdadera paella alicantina. De hecho la historia viene porque Roger o Alberto comentaban que la leyenda explicaba que el propietario de Casa Julia incluso traía agua de Alicante para elaborar sus paellas aquí...Evidentemente inquirí al propietario sobre el tema, pero más adelante les comento el resultado.

El local es el típico local señorial tradicional de Eixample, con mucha madera oscura, sillas viejuniles y un espacio bien aprovechado (por no decir que hay mucha mesa para pocos m2). Por lo que pude observar, el propietario es el encargado único de todas las mesas que no son terraza, que también la hay. Eso podría ser un peligro por la demora en la espera, pero la verdad es que no notamos nada negativo al respecto.
Éste es el menú del día:

Unas buenas croquetas y una buena cantidad en la ración.
Buñuelos de bacalao, muy cremosos y sabrosos.
Y lo que fuimos a comer: la paella. Una muy buena paella de conejo, pollo y verduras. Una paella con algo que nunca puede faltar en una buena paella: el socarrat. Espectacular. En todos los sentidos. La verdad es que nos gustó muchísimo y la disfrutamos como pocas veces hemos disfrutado una paella fuera de la barbacoa doméstica a la que estamos acostumbrados. Nada de grasa, nada de pesadez, solo un muy buen arroz, un muy buen sabor y unos grandes complementos al grano. Y el toque de ese socarrat que debería ser Patrimonio de la Humanidad.
Un poco de lo que llevaba la paella. Hay que decir que tienen montones de tipos para elegir y que ésta era la más simple (o económica), pero como los arroces siempre son para un mínimo de 2 personas (!!!!), tuvimos que elegir el que nos gustaba a todos...Y me quedé sin arroz negro, por ejemplo.
El Socarrat de los Dioses arroceros.


De postre, una crema catalana por aquello de la tradición. Correcta.

Para acabar, un par de cosas. La primera es la referente al mito del agua de Alicante...Pues bien, el señor nos aseguró que antiguamente sí que traía agua del mar de la costa alicantina para hacer caldos o suquets...No era para la paella en sí porque según sus palabras, sería una imbecilidad teniendo agua aquí. Pero aquella de mar le daba otro toque a la base de los caldos. Otra cosa es preguntarnos sobre la base sanitaria de esa agua, pero ya nos daría para otro post u otro blog. La segunda consideración es que no sabemos si por un malentendido nos cobraron una paella para tres cuando creíamos haber pedido una para dos ya que el niño come más bien poco y con los entrantes y lo que pudiese coger de la nuestra ya hubiese tenido bastante. Total, la cuenta subió bastante más de lo previsto...A unos 30 por cabeza, ya que en esta ciudad si no pagas alrededor de 20€ por un plato de arroz no eres nadie. Y ya sabemos que la tradición se cotiza al alza...

En fin, una muy buena opción para comerse un arroz típico de Alicante con su socarrat y demás, pero vigilando siempre el precio, que no se nos vaya de las manos.


PS: Perdonen la calidad de las fotos, la luz no era la mejor. Ni el fotógrafo. Y a la paella, como la sirve el mismo jefe, no llegamos a tiempo para poder hacerle una entera...

23.12.12

Casa Amalia. Recibiendo visitas desde 1950.

CASA AMALIA, Passatge Mercat, junto a Mercat de la Concepció, entre València y Aragó.
La crónica de Casa Amalia es la crónica de parte de la gastronomía catalana de postguerra (o algo así). Un restaurante clásico de tota la vida, con más de 60 años en sus fogones, cosa que per se no siempre tiene que ser necesariamente bueno pero tampoco tiene porque ser malo.
Esos 60 años demuestran saber hacer, pero si no se gestionan de forma adecuada puedes encontrarte en un ambiente más viejuno que tradicional y puede llegar a ser peligroso. En el caso que nos ocupa lo digo porque si bien se percibe la tradición desde la esquina del Passatge, algunos detalles como el estado de algunas sillas muestran esa viejunez mal gestionada. El techo del segundo piso además, da muestras de cómo la altura media de la población catalana ha ido aumentando en las últimas décadas. Vaya, que tengan cuidado que se pueden dar un coscorrón si miden más de 1'80.

Podría mirar la crónica que hice hace algo más de tres años de este mismo local, y calcarla coma a coma. "Lugar de renombre hasta hace unos años, lugar de encuentros faranduleros como atestiguan las fotos de las paredes de la planta baja, clientela de toda la vida a la que se le añaden generaciones más jóvenes o joviales, comida de mercat, lugar de difícil acceso a gente con problemas de movilidad reducida" etc. Vaya, ha cambiado bien poco. Pero ahora tenemos algunas fotos.

Lo cierto es que es un clásico, se come bien y aunque hay detalles como lo de no incluir el IVA en los precios de la carta (se avisa) y lo de las sillas moribundas con tripas abiertas, yo seguiré yendo cuando quiera encontrarme cara a cara con esa tradición para poder decirle "no desaparezcas". La memoria no puede desaparecer, y hay que conservarla. Pero bien.


He aquí el ágape, sin ápice de florituras o moderneces de ningún tipo como podrán ver.

Pan con tomate de lo mejor de la ciudad. Pan rústico y sabroso del que se engulle sin darse uno cuenta. (En la mesa sirven el pan sin tomate, si lo prefieren con, pídanlo antes de meterle mano)
Calamares a la romana como socorrido plato para el acompañante menor de edad. No dejó ni uno, aunque tampoco eran los calamares ni más crujientes ni los mejores del urbe. Bien, aunque algo caros por la calidad que no por la cantidad.
Siempre pedimos las berenjenas fritas, cuando las hay, y esta vez he de decir que más que fritas me parecieron recalentadas de la noche anterior. Demasiado blandas aunque siguen estando apetecibles (y la foto no les haga justicia)
El revoltillo de gambas y setas también es un imperdible a lo Parker Lewis. Otro clásico, sabroso y siempre en su punto que no es otro que el cuasicrudo. Ideal para acompañar con el pan con tomate anteriormente citado.
El TRINXAT. Personalmente es mi debilidad en este restaurante. No se encuentran trinxats de la Cerdanya de forma muy usual en los restaurantes de esta ciudad que visitamos, así que siempre que nos pasamos por Casa Amalia nos cae uno. Esto es la Tradición y la memoria de un país. (En este caso se le añade butifarra negra, lo cual no sé hasta qué punto pervierte la receta original si es que la hubiere)


El tartar de escalivada es lo mismo que el plato anterior, Tradición, pero en este caso con visos de modernidad. Es una delicia total y absoluta, coronada de forma inmejorable con una presencia de calidad como es un buena anchoa. Es otra de las debilidades personales del que les escribe.
Para acabar la comida llegaron unos pequeños mejillones que me recordaron a los comidos no hace mucho en TOTO y con los que no se pueden comparar. A favor de éstos, claro. Una salsa para acabar de mojar el pan que nos quede, cosa que dudo.
Para finalizar y siguiendo con la tradición, un Mel i Mató de escándalo. Aunque creo que algo ha cambiado desde la última visita. No recuerdo esta forma y me pareció que éste era algo más fuerte, más denso. Pero pecaminoso igualmente.
En fin, un restaurante sin trampa ni cartón en lo que ofrece pero que puede salirnos más caro de lo que pensábamos si no caemos con antelación en el tema del IVA. Desde aquí pido una legislación, YA, que obligue a incluir en los precios el impuesto de marras. No quiero tener que estar haciendo cuentas sobre lo que me va a costar ese plato de calamares una vez le sume el IVA. Basta ya de estos trucos para enmascarar precios elevados en la apariencia de precios comedidos. No lo digo sólo por Casa Amalia, evidentemente, pero lo digo aquí porque aquí me he encontrado con el tema y quería hablar de ello.
Para darles un precio aproximado, diría que si se dejan llevar un poco les va a salir a cerca o alrededor de 30€ por cabeza. 

Ustedes le ponen precio a la tradición. Pero eso ya sería otro debate. 



PS: Y los jueves Escudella i Carn d'Olla.




16.12.12

El Molí del Mallol. El Císter y el buen comer.

EL MOLÍ DEL MALLOL, Montblanc, Tarragona. Sí, no nos hemos equivocado.

Las tierras de Tarragona son a la vez cercanas y lejanas. Conocidas masivamente pero ocultas al gran público. Murallas y anfiteatro, circo y playa. Pero, ¿qué sabemos, por ejemplo, de ese Císter medieval que moldea la región?
La Edad Media es una gran desconocida, manipulada entre torneos que nunca existieron como los que presentan las películas o en historias más propias del misticismo de las nieblas de Avalon o de las aventuras del Rey Arturo. Brujas, hechizos y suciedad. Oscuridad e ignorancia. Y aunque parcialmente real, ciertamente lejos de la verdad histórica. Imágenes decimonónicas decadentes que tergiversan una historia que se pierde en el imaginario imaginado.

Todo esto lo explico porque aprovechamos la visita a los monasterios de la Ruta del Císter para pasarnos por este estimable restaurante en Montblanc. Y no les voy a explicar nada más de historia porque ni es el momento ni el lugar ni quiero que cierren la pestaña antes de ver las fotos...

En el trayecto entre Santes Creus y Poblet, dentro de una visita que rezumaba cultura por todos los poros (y lo digo por los monasterios como centros de conservación cultural durante siglos, no por nosotros en particular), paramos a medio camino en el restaurante que unos sabios amigos habían escogido para el ágape nada frugal que nos íbamos a dar. Un local con caliu y que escondía varias sorpresas para el profano en esas tierras.

El Molí es un restaurante tradicional en el que se dan el lujazo de añadir más de un toque de cocina creativa, y salen muy bien parados. En estas aventuras gastronómicas de querer impostar un cierto estilo hay más de uno y más de dos que se han estrellado, pero no en plan Michelin si no literal. Y no es el caso aunque sobre reducción de Módena.

Les dejo con algunos de los platos disfrutados en el homenaje, aunque el único pero que le vamos a poner a la experiencia sea que no van a encontrar postres al demorarse demasiado la espera y tener que llegar a tiempo a Poblet, que es Patrimonio de la Humanidad y no nos lo íbamos a perder ni por el mejor postre de Tarragona.
Vamos:

Patatas bravas aroleras muy meritorias. Con cebolla confitada y sal volcánica. No hemos probado las de Arola pero estéticamente se inspiran en ellas y podemos decir que éstas eran muy buenas, con una salsa con pimentón choricero o tipo de la Vera que le daban un toque exquisito. (no las comparo con las de Arola, no se subleven)

Detalle de la decoración. ¿La pizarra está demodé?
Como segundo entrante compartimos unos foie artesanales muy curiosos, rellenos de ciruela o nueces, acompañados con una especie de compota de manzana. La verdad es que fue un toque sorprendente y que nos agradó sin discusión.
Uno de los platos estrella del día fue este Timbal de huevo de corral trufado con virutas de jamón ibérico.


Cochinillo asado con mermelada de tomate y setas. Divino manjar de dioses carnívoros. Una carne sabrosa, suave y melosa que es un placer prohibido en algunos estados.
Farcellet de Peus de porc y butifarra negra con caracoles. Una curiosa presentación para un plato que gustó a la parroquia. Abstenerse gente con poco gusto por las babas con cáscara.
Costillitas de conejo. Un plato delicado y ligero como el animalejo mismo. Delicassi.
Delícies de porc ibèric a la llosa. Qué más decir...carne de alta calidad y una llosa bien caliente para acabar de hacerla. Y no me vengan con la tontería esa de que si tienes que acabarte de hacer la carne te quedas en casa y no vas a un restaurante. Venga ya. Qué placer.
Por último una ración carnívora que no recuerdo lo que era al estilo Fundació Tàpies. Bien, no se llamaba así pero lanzo la propuesta a los directores del local.
En definitiva, si están por la zona, cosa que deberían hacer en algún momento del año para visitar esos monasterios medievales de forma obligada, aquí tienen una gran opción que no les va a defraudar. El precio final ronda los 30€ por cabeza, porque las cosas que de verdad valen la pena a veces se tienen que pagar.

8.12.12

Irreflexiones en la duda

La historia que me lleva a escribir esta especie de artículo tiene mucho que ver con la duda y poco con la sentencia afirmativa. No soy ni mucho menos un entendido en gastronomía sea alta, baja o de estatura media, pero cada vez me va interesando más el saber el por qué, el cómo, o el dónde pasan unas cosas y no otras en este mundo en el que se puede estudiar todo y en el que casi todo está aún por estudiar.

Improviso mientras escribo porque soy un blogger compulsivo, que dificilmente reviso lo que escribo más de una vez y que pocas veces planifico lo que voy a escribir. Surge, se escribe, se corrige y se publica. No es menos de lo que hacen los grandes medios tratando temas mucho más serios de los que aquí se tratan.
En todo caso digo esto porque lo que están leyendo no obedece a un plan preestablecido. No, simplemente es un discurso que se va articulando mientras se va escribiendo y que por eso no me van a tener muy en cuenta. En otras palabras, se me ha ocurrido escribir sobre esto hace un momento y por una especie de debate vía Twitter.

La razón última del escrito es la siguiente: ¿Cuándo, un producto determinado pasa a ser reconocido, aceptado de forma general por todos y no es repudiado por ser una moda que viene de un país X o por culpa de Y?
Tal vez la variable sea tan solo el tiempo. Un producto nuevo que entra en un mercado puede ser rechazado hasta que el paso del tiempo lo hace socialmente aceptado o tolerado. Tragedia más tiempo. Aunque puede ser que esa aceptación no fuese general y que siempre hubiese detractores de un producto determinado, evidentemente.

Vayamos al centro del debate. ¿Qué hace que un macaron francés sea algo aceptable o como mínimo algo mejor visto que un cupcake anglosajón? ¿Por qué razón incluso llegamos a aceptar como propios productos extranjeros como podría ser un donut y en cambio damos la espalda a otros similares porque consideramos que son modas extranjeras que vienen a colonizarnos y acabar con la tradición? ¿Qué es tradicional? ¿Tomarse un café con un croissant lo es? No sé si estamos en condiciones de asegurar que el café como lo conocemos se inventó en Barcelona, y ni tan siquiera si los croissants son algo hispano. Pero lo aceptamos. E incluso tal vez hubo opiniones contrarias en su momento, ¿pero quién las recuerda?

No concibo una sociedad como la nuestra (siempre en el plano gastronómico) sin el chocolate, sin el café, sin croissants, churros o magdalenas, y no creo que ninguna de estas cosas apareciesen de repente aquí donde vivimos ni tan solo que las creásemos nosotros entendiendo por nosotros a unos ancestros que poblaron estos lares hace unas décadas o siglos. 

Todo esto lo he escrito porque he llegado a la conclusión de que lo acepto todo. Hay mercado para todo y público diverso al que puede llegarle a gustar todo o casi todo.
Acepto el macaron como acepto el cupcake, y no puedo dar más que millones de gracias a que el croissant sobreviviera al momento en el que seguramente se le criticó, así como hizo también el cacao que se bebe muy caliente.
Acepto como no puede ser de otra manera que a la gente no le guste una cosa y en cambio sí otra, pero no acabo de ver claras las posiciones anti- x producto. Aunque me parezcan muy bien argumentadas, que lo pueden estar siempre. (Aquí un gran ejemplo)

La casa es amplia, cabemos todos y cabe de todo. Si un producto nos gusta más o menos es otro tema que aquí no vamos a tratar. Que obedezca a modas o no, lo mismo, al igual que si perdura en el tiempo. El éxito no significa ni calidad ni merecimiento, pero es un factor. ¿Y el odio hacia el producto?

Aunque pensando en otra variable...¿no será que en ocasiones tendemos a posicionarnos ante un elemento según la procedencia del mismo? ¿Geogastronomia? ¿Geopolítica gastronómica? ¿Odio xenogastronómico?

Que ustedes lo reflexionen bien, si les apetece.