30.9.14

BLITZ. Hey ho, let's go eat some of the best sandwiches in the city.

BLITZ, Pl.Urquinaona, Barcelona Sandwichtown junto a Chinatown.
Hay gente en esta ciudad que trabaja bien y con clase. Hay gente que tiene el don de saber tocar esa tecla necesaria para triunfar. Gente que propone cosas que inexplicablemente no se proponían antes de su llegada o se hacía de forma más torticera o sin gracia. Y de forma comprensible les va bien, porque se lo trabajan.
Es el caso de la sandwicheria que hoy les traigo y que pertenece al mismo grupo que la hamburguesería Oval, seguramente el local de hamburguesas más fotografiado de la ciudad; por la comida y por el local en sí. Gusto, clase. BLITZ es diferente en muchos sentidos aunque mantiene el espíritu del grupo. Local minimalista, mucha madera como elemento decorativo y grandes bocadillos. De hecho, muy grandes a todos los niveles.
Blitz pretende conquistarte a base de sandwiches XL de sabor contundente y con exceso de queso fundido como nos gusta. Sandwiches entre los 5 y 7€ de diversos tipos como tienen aquí debajo.
Alguien podrá decir que hacer bocadillos no tiene mucha dificultad y que no puede ser tan difícil triunfar ofreciéndolos, pero como semiexperto bocadillero en busca de piezas BBB no puedo estar de acuerdo. Hay mucho bocata mediocre a precio de oro y mucha mística con locales de bocatas muy slow y orgánicos que te cobran demasiado por trozos de pan con cosas que poco tienen que ver con la foto promocional. Aquí no. Pagas (menos que en los locales místicos) y te llevas un bocadillo de verdad; pan de molde de categoría alejado de cutreces industriales que se deshacen en las manos. No. Firmeza. Y finezza.
Además como ven aquí encima pueden saborear algunas cervezas clásicas como la mítica Punk IPA de Brewdog que les puede servir como introducción a la cerveza artesana. Pero sólo si quieren. Comentar que en Blitz también pueden encontrar vermut de Casa Mariol. Que no falte de nada y que puedan ir a tomar el sol a esa esquina el sábado o domingo mientras practican el noble arte del vermut con patatas. (Aunque la terraza tenga que ser como manda la normativa del Ajuntament, de color aluminio como si de un camping de la Costa Dorada se tratase)
Blitz fue abierto prácticamente de un día para otro al pillar al vuelo el traspaso del anterior bar sito allí, con lo que los inicios fueron difíciles y prácticamente clandestinos. Ahora ya no. Yo llegué de los últimos de Barcelona y éste ya debe ser el penúltimo post sobre ellos así que no creo que les sorprenda nada lo que van a ver aquí. Básicamente porno duro entre rebanadas de pan de molde.
Sandwich de ROAST BEEF en mayúsculas. Amo y muero por este tipo de cheddar que intenta escapar de su destino. Debajo, el ínclito PASTRAMI para que los que lo siguen buscando lo puedan encontrar sin problema. Aquí lo tienen y del bueno! Maravilloso. Qué suntuosidad tan insultante. Sí, es un sandwich pero puede ser digno de calificativos y memeces como las de la vanguardia que no es negocio. 
Como curiosidad que aplaudimos, todos los sandwiches pueden ser pedidos con SEITAN para convertirlos en vegetarianos, que no veganos. Muy bien. Así algunos no se perderán la fiesta que se les niega en otros sitios. Dignidad vegetariana.
Cada sandwich son dos piezas triangulares como las de toda la vida pero sin Nocilla (o Nutella que ahora hace más de postmoderno por alguna razón). Dan para quedar más que satisfechos con el bocado. Es realmente contundente y eso nos encanta. Somos unos burrazos que vamos a los sitios a disfrutar comiendo lo que sea. Sin discriminación. Nos da lo mismo un caviar ruso de contrabando que un bocata. Aunque por alguna razón tendemos a repetir más veces lo de los bocatas que lo del caviar. En todo caso si este sandwich espectacular y la bebida te sale por menos de 10€ y quedas satisfecho qué más se puede pedir... Pues tal vez otro, para llevar a casa y cenar lo mismo.
Nos encanta Oval y nos encanta Blitz. Nos gusta la gente que trabaja de forma honesta y duramente para conseguir que estas orgías gastronómicas acaben en satisfacción total y placentera. 
Larga vida al sandwich de calidad y con clase que viene a pelear por el trono de mejor sandwich de la ciudad. 
No sé qué hacen que no han salido ya por la puerta y siguen leyendo estas chorradas acerca de bocatas y dignidad.


26.9.14

CAN RAVELL. Esmorzars de forquilla que se desayunan un brunch sin despeinarse.

CAN RAVELL, Aragó cantonada Girona, Barcelona, ciutat de la forquilla a les 10 del matí.

Hace unos años se puso de moda de forma desigual en la intensidad y el éxito lo que se conoce como brunch. Aprovechando el desconocimiento tanto en platos que lo conforman como en el calendario para practicarlo fueron proliferando locales de mayor o menor gracia y talento para alegría de los seguidores de Sexo en Nueva York y aprendices de neoyorkinos entre los que nos encontramos. Pero ya está bien. Su tiempo ya pasó y debemos prestar atención a la modernidad bien entendida. La tradición. Por eso ya pasamos del brunch con anabolizantes en forma de euros y vamos a lo nuestro: l'esmorzar de forquilla.

Se le llama esmorzar y podría ser perfectamente una comida; pero ingerida a las 10:30h para empezar bien el día, incluso con café de por medio. Al gusto de cada uno. Nosotros preferimos un vino o una buena cerveza, no nos engañemos. El día de autos, ya lejos, nos dirigimos a despedir el verano a uno de los templos barceloneses que ha dado de comer a generaciones de tragones sin parangón que gustan del buen producto y no están para chorradas. Can Ravell es un clásico eterno desde 1929. Con solera y una cierta fama los últimos años de haber aumentado precios (¿oferta-demanda-fama internacional?) tenía el temor de que al final me decepcionara por algún motivo, pero puedo asegurar que no, que el desayuno salió a 30€ por cabeza bien completo y muy a gusto. Lo bueno es que después te ahorras una comida a no ser que seas la reencarnación de André el Gigante.

Alrededor de una mesa de mármol nos reunimos para el festín y lo que surgiera. Y emergió un desayuno de emperadores persas pre-alejandrinos en forma de platos tradicionales catalanes o del mundo porque lo importante es participar y comer lo que sea pero con clase y buen gusto. Aunque entonces no sé si vuelvo a estar de acuerdo con el brunch o no. Un drama.

Empezamos compartiendo varios platos como éstos: Canelones de sempre, com mana el espíritu de Bonaventura Carles Aribau. Reinaxença i catalanitat!! Con permiso italiano, pero ya me entienden. Gran calidad, muy sabrosos y bechamel en su justa medida, sin tener que buscar el canelón en un océano blanco.

Junto a los canelones, unos maravillosos calamares rellenos. De carne, claro. Una salsa potente para poder aprovechar mojando mucho y bien el pan tras dar buena cuenta del cefalópodo a la kinder.
Y para el final la orgía de colesterol clásica que nunca falta en estos desayunos diseñados para ir a la montaña con las vacas después con fuerza: huevos con patatas y foie. No te digo nada y te lo digo todo. Escandaloso. Una pena que fuese para compartir entre muchos y nos tocase poca cantidad por persona aunque viendo el foie no diese esa impresión. Se podría desayunar simplemente esto y de hecho hay gente que visita Can Ravell especialmente por este plato. Merece la pena si son ustedes unos #huevosfritosconfoiehunters.
Visión global del ágape sardanapálico.
De postre, un correcto tiramisú, una crema catalana muy interesante por la propuesta y una torrija de la que no hay foto que fue la campeona de la serie postril. Acabando por todo lo alto un desayuno de alto nivel, por la ejecución del mismo y por los comensales que eran lo mejor de cada casa.

Can Ravell tiene historia y un futuro más que asegurado. 
Lo recomiendo al menos para ir a darse un homenaje una vez al año porque ya ven que no es un local para ir cada semana, ni por precio ni por salud. Nuestra doctora acabaría por decretarnos una dieta Monzó y no es plan a estas alturas.

7.9.14

EPÍLOGO NEOYORKINO. Pizza, postre y Williamsburg.

El final. Epílogo y cierre. Muerte metafórica en NYC. Por el bien de todos al haberse comenzado a avistar por estos lares a curiosos personajes que van gritando "pastrami, pastrami!!" a meros trozos de jamón dulce. Llegamos a obsesiones que no son sanas y no hay que hacer el ridículo por muy acostumbrados que estemos.

Hoy un recorrido de miscelánea por una maravillosa pizza en el Village, un cheesecake de categoría superior y una visita a la cuna del hipsterismo más cool en Brooklyn.

JOHN'S OF BLEECKER STREET (278 Bleecker St.)
Sabes que no vas a fallar en una elección tan importante como comerte una buena pizza en NYC cuando vas con un nombre en la agenda y nada más llegar allí los nativos algonquines de Nueva Amsterdam te indican como primera opción la que tú llevas grabada a fuego en tu Moleskine. Así que sólo era cuestión de tiempo pasarnos a ver a John.
John's es un local histórico que lleva abierto desde 1929 como ven en la foto de arriba y que mantiene prácticamente intacta la decoración desde entonces. Entras y ves como las paredes del local están marcadas a cuchillo o navaja como verán en una foto posterior. Si buscan bien podrían encontrar una declaración de amor de un Jet a una Shark o la firma de Danny Zuko y sus colegas. Tal cual.
La pizza de John en el Village es muy fina pero crujiente. No es del tipo napolitana como les conté en Zouk, fina y maleable, sino que optan por una masa realmente muy firme que es una delicia. El borde es algo más grueso pero no es del tipo panadero Pizza Hut.
 Esa textura crujiente y firme la hace mucho más sabrosa en mi opinión. Si luego le pones meatballs, albóndigas, qué te voy a contar.
Optamos por dos pizzas diferentes que eran tres tipos de sabores. En una, la clásica margarita. En la otra, más grande, mitad con anchoas y mitad con albóndigas. Un escándalo, una maravilla.
 Al punto de cocción, maestros. Uno no sirve pizzas que son reconocidas durante generaciones en la ciudad sin saber hacer las cosas.
 Visión aérea de la maravilla. Las sirven en una especie de plataforma para que puedas mantenerlas en la mesa pero elevadas, para no molestar al plato. Las pizzas salen a unos 20€ más o menos.
 Aquí visión parcial de la pared del local, que podría ser un callejón del Bronx. A mencionar que en la zona del WC tienen una colección de fotos con celebrities añejas de la época dorada del local imaginamos, como Vanilla Ice o algún miembro de The Legion of Doom, de lo que aquí conocíamos como Pressing Catch... Maravilloso kitsch neoyorkino.
 CHEESECAKE. CARNEGIE DELI (854 7th Ave, zona Central Park)
Homenaje y agradecimiento a mi buena amiga Annits. De ella surgió en una conversación cruzada con Letibop la obligación de pasar por el Carnegie Deli a comer...pastrami. Pero ya era demasiado tras las visitas que ya han visto aunque nos recomendó a la vez el Cheesecake del local. Lo diremos claro: el Carnegie es un deli tipo Katz's, lleno hasta la bandera, pero esos locales no son del tipo Rambla. Se come de maravilla y la tarta de queso fue un escandalazo de los que marcan época. Dejo para el final la foto que contesta a la pregunta clásica sobre el precio...
El cheesecake del Carnegie es seguramente el mejor que yo haya catado jamás. De un tamaño descomunal y un peso aún más descomunal, sirvió para tres, sí tres, sesiones frente a él. Comerse semejante mastodonte de una sentada hubiese sido contraproducente de cara a futuras visitas que aún nos quedaban en la ciudad... Vaya que la OMS recomienda no tomar más de una porción al semestre ante posibles problemas de salud derivados de lo mismo.
 Esto no es el Carnegie como imaginan. Ante la infinita cola en la puerta del local me limité a entrar para pedir una porción para llevar y la degusté lujuriosamente en la soledad del apartamento.
 Tal vez no se vea bien, pero es una porción MACIZA. A peso debe ser más de medio kilo, seguro.
 Y aquí la respuesta a la pregunta anteriormente formulada:
 Yo no sabía lo que me iba a costar. Pensé que era un atraco al pagar y me pareció una gran RCP al acabar la ración dos días después.

MARLOW & SONS, WILLIAMSBURG (81 Broadway, Brooklyn)
 La modernidad; el centro del mundo. Un paseo por Williamsburg improvisado, sin referencias. El puente y la orilla del East River. Allá, sorpresas. Un barrio poco parecido al que había imaginado, con calles algo desiertas, dormidas, pero salpicadas de locales hipercool para gente muy guapa. Pedimos consejo a los gurús conocidos en NYC y nos dieron unos cuántos nombres, dos de ellos pared con pared, del mismo propietario. The Diner y Marlow & Sons. El primero en un antiguo diner cincuentero. Un espacio mínimo y una carta de desayuno/brunch (era domingo) muy limitada. El segundo, más violanesco e interesante en su carta. Menos espera para poder comer nos decidieron a entrar aquí y Marlow se portó muy bien.
 Eliminamos el bagel como opción y fuimos a algo menos tratado en el viaje. Ostras y langosta. Evidentemente a precios asequibles, incluso baratos en el caso de las ostras. Empezamos con la artesana de rigor, IPA Founders en este caso. (Siento las fotos pero el local era oscuro y no utilizo flash jamás)
 Las ostras muy correctas. Ración de 6, tamaño M-L. Muy jugosas y frescas. Condimentos varios.
 El lobster roll con langosta de Maine, Nueva Inglaterra, muy sabroso gracias a una carne muy jugosa. No era un bocadillo al uso, más bien un soporte para los trozos de langosta. Se acompañaba con patatas fritas de bolsa. Todo muy cool, ya ven.

 La otra opción fue el Biscuit (panecillo, no bizcocho) con queso y bacon, sin huevo. Por la cara de minibagel no estaba nada mal.
 La verdad es que no recuerdo el precio pero tal vez rondara los $45. Cervezas, ostras, langosta, no se puede pedir mucho más. Sí, más cantidad, pero eso no queda de moderno. Fue una experiencia más que positiva en uno de los locales famosos del barrio. Al menos de los que tienen cierta solera. Funciona también como tienda deli e imprimen su propia revista sobre el barrio. Mo-der-nos.
 El detalle de la mesa, ya saben. Dime qué mesas tienes en el local y te diré qué pretendes. Y el servicio, simpático como siempre en NYC.

Con esta entrada sobre todo un poco acabamos la serie neoyorkina. Esto no pretendía enseñarles cómo es NYC porque si no van no lo van a saber a través de estos posts. Hay que vivirlo y hay que comerlo. New York bien vale un estómago nuevo.
Espero que les hayan gustado estas entradas y las hayan disfrutado al menos un poco. La intención era traer unas cuantas fotos que valiesen la pena y les gustaran y espero haberlo conseguido (no por las últimas...). La idea es que los posts les puedan servir por si un día viajan a esa increíble ciudad o conocen a alguien que lo haga. Que miren, comparen y decidan. 
Para mi ha sido un placer vivir New York e intentar reflejar algo de ella en el blog. Me consta que las entradas han tenido una buena acogida y se lo agradezco a todos. 
Hasta pronto, ya en Barcelona.