8.11.14

TAVERNA HOFMANN. La garantía de la marca Mey.

TAVERNA HOFMANN, Girona con Diagonal, Barcelofmann.

Podría haber titulado este post con un escueto "Esta gente lo hace todo bien" y me hubiese quedado tan ancho, pero no es preceptivo tomarse esas licencias con los Grandes. A Mey Hofmann se la debería reverenciar por casi todo pero si tuviese que escoger algo que nadie más hace o al menos no como ellos, sería ese maravilloso croissant de mascarpone que elaboran en su obrador del Born. Podría hablarles de su restaurante con estrella, pero la verdad, el croissant es más barato y lo hemos catado de verdad y lo conocemos. Pastelería, restaurante con estrella, Taverna a precios más bajos (que no populares del todo) y algo más que nos dejamos, seguro. Y todo con un sello muy personal. 

Evidentemente por esta cuestión que pesa siempre en nuestras decisiones, la del precio, arribamos a Hofmann porque unos familiares nos habían invitado, por supuesto. Saben de nuestro gusto por el bocata, la hamburguesa, el pastrami y demás manjares a precios más reducidos. Sólo nos permitimos locales con clase y glamous cuando alguien civilizado nos lleva de la mano. Entonces le enviamos un "fuck you" kaspariano a los bocatas y nos sentimos muy bien. 

Hofmann fue una cena maravillosa (no sólo por la invitación) en todos los sentidos. Un local agradable sin gilipolleces violanescas (cuánto daño ha hecho), un ambiente tranquilo, un servicio encantador y una comida de primera. Sin artificio, sin engaño y sin fórmulas o menús para compartir para ahorrar en las que luego no se ahorra. Aquí los precios y la carta.
No hace falta comentar que nos hubiese encantado poder testear muchos más platos de la misma. En especial los arroces y el cap i pota, del que soy devoto cofrade.
Empezamos con un pan elaborado por ellos mismos que era una absoluta delicia. Me uno a la pregunta del señor Arenós en el sentido de que sólo les falta una panadería para cuadrar el círculo... Alta categoría y un romero que le daba ese toque. Ése.
Compartimos después unos entrantes humildes pero resultones aunque de dispar éxito. Muy buenas las croquetas de pollo. Nivel alto. 5 unidades a 7'5€.
Bien aunque sin ser excelentes para nuestro gusto los buñuelos de bacalao.
Algo flojas, tal vez lo menos afortunado de la cena, las patatas bravas. Al ver el exceso de salsa avisaba cual animal exótico venenoso: mejor no tocar demasiado. No es que fuesen malas ya que la patata en sí era correcta, pero tanta salsa y no ser gran cosa por sí misma, hacían descender la calidad del conjunto. Vaya que las pueden pedir sin problema e incluso pican como deben, pero esperaba algo mejor, más acorde al resto del conjunto y principalmente a los segundos platos.
Para finalizar los entrantes, unos bocaditos de Pulpo con milhojas de patata y pimienta roja. Increíble textura y sabor del octópodo. No son gallegos pero qué forma de trabajarlo. Una ración pequeña pero un conjunto de quitarse el sombrero hipster que llevan puesto ahora mismo. Mención especial el recipiente en el que lo sirven, una especie de media botella de vidrio muy curiosa.
Y pasemos a los segundos; en especial a los dos de los que guardamos foto digna. Un mar i muntanya, un dueto de alta calidad que justificarían la visita a la Taverna por sí mismos.
Yo, no podía ser de otra forma, opté por la carne tras un intenso debate interior por si no debiera escoger el pescado. Pero qué leches, a quién vamos a engañar. Opté por una de las sugerencias del día, el Garrí acompañado de plátano frito. Puro espectáculo, puro amor a la brasa, una pieza por la que convertirse al carnivorismo. En su punto, delicioso, crujiente donde debía y tierno en el resto. Maravilloso sabor, punto de cocción, técnica y resultado final. Para repetir.
En un nivel similar, la opción pescadera: Bacalao con alcachofa, boniato y pil-pil de vainilla. Sí, han leído bien, vainilla. Delicioso sin discusión. Muy bien el punto de la alcachofa, pero el del bacalao maravilla hecha pescado. Desgajándose poco a poco inmerso en una baño de suave vainilla. No lo creerían.
Para el final, los vasitos de postre. Especialidad de la casa. Presentados en una gran bandeja una gran variedad de los mismos, en este caso nos decantamos por un yogur con fresas del que no hay foto y por un tiramisú ligero y delicioso como el que nos acompaña aquí. Qué decir del tiramisú que no sepan ya... Se pide siempre y punto.
Como ven, la Taverna Hofmann es versátil y está al alcance de casi todo el mundo. Siempre se debe vigilar con las bebidas y los postres y la cuenta no se disparará. Sé perfectamente que es difícil hacerlo, pero si beben sin vino y mesuran el final de la comida, se puede salir por menos de 30€ y disfrutar muchísimo. Si no, pues sobre 40. Ustedes mismos.
En nuestro caso volveremos cuando cobremos los atrasos porque ya estamos saliendo de la crisis, que lo han dicho en la tele. Gran experiencia.

No hay comentarios: