20.7.15

MACONDO. No hay broma sobre García Márquez en el titular.

MACONDO, Còrsega con Muntaner, Barcelona.

 Tras meses pasando por la puerta literalmente viéndolo surgir de la nada (bueno, de varios locales fallidos como el último que era de jamones) por fin le pusimos cara a Macondo, un simpático, agradable y bien decorado restaurante colombiano de reciente apertura en la esquina de Còrsega con Muntaner en pleno Eixample. Siempre me había atraído lo desenfadado del local y el atractivo menú de cada día que ofrecen, pero hasta esta semana no había podido visitarlo. Y lo hice porque sabía que a uno de los mayores ceviche lovers de la ciudad que es mini Bagel, le iba a interesar el tema, como así sucedió. El chaval ha salido cítrico y corvinero, qué le vamos a hacer.
Muy amables en todo momento, muy atentos y aunque algo oscuro en el interior (fotos editadas), el local es bonito sin estridencia alguna. Vamos a ello.

Para empezar unos chips de yuca como cortesía, siempre estimables pero a los que no hacía falta una salsa de tomate algo floja.
 Como entrantes elegimos dos. Aquí, la brocheta de chorizo criollo argentino con pulpo. Muy interesante como pueden imaginar por razones obvias...
 Foto de la brocheta con niño cevichero al fondo.
Aquí plano aéreo de los dos entrantes. Las susodichas brochetas junto al compañero de fatigas. Chicharrones con plátano maduro. Algo escasos los chicharrones y tal vez demasiado correosos, pero más escasos aún los trozos de plátano. Lo que ven mayoritariamente es yuca.
 Como platos principales, ceviches. Muy diferentes a los acostumbrados en los restaurantes peruanos, faltos de ese salvaje sabor cítrico de la leche de Tigre, pero interesantes a su manera, mucho más suave e incluso dulce como en el caso de éste que ven aquí debajo.
Ceviche de salmón con papaya y leche de coco. Juraría que con algo de miel (en el marinado del salmón?) y mucha papaya, un ceviche para los que huyen del cítrico y la acidez peruana. El coco siempre le da un toque suave a todo y en este caso el ceviche me gustó mucho.
 El de mini B, ceviche de corvina con mango, aguacate y cítricos. Aunque anunciado los cítricos no son nada potentes y el sabor se asemeja más a una especie de marinado en naranja, cosa que no es mala per se. Simplemente no es un ceviche peruano, reitero mil veces para que luego no se quejen si van esperando eso mismo. Suave, toques de mango, mucho aguacate, cebolla y pimiento en un plato más que recomendable. Otro más.
 Foto de Instagram
 Esta es la historia de Macondo. Curiosa manera de reflejarla en un mantel. Bien.
En resumen, una comida que salió por menos de 20€ por cabeza (no fue el festival del año, también lo han visto y bebimos agua natural) y que nos dejó más que satisfechos. Opción simpática y a tener en cuenta para seguir probando otras cosas de la gastronomía colombiana, como la Cazuela cartagenera, la sobrebarriga con salsa criolla, el arroz sinuano o los patacones con carne desmechada que tenían una pinta como para morir. Maravillas para la próxima vez.

5.7.15

MELROSE AVE. El japonés nacido en una peli del Oeste.

MELROSE AVE. C/Calàbria entre Mallorca y Provença, Western Barcelona.
Muy difícil clasificar el local que hoy les traigo al blog. Muy complicado definir lo que es, lo que parece y lo que acaba siendo. Complejo pero pronto se darán cuenta de que tras él existe cierta garantía y un método. 
A primera vista es un desangelado local que se autodenomina "Dumpling House Autoservicio" y mirando fijamente de puertas hacia dentro uno no acaba de ver exactamente qué puede llegar a decir eso ya que sólo hay una barra de las de toda la vida de Bar Paco y muy pocas mesas. Así que uno tiene que entrar para descubrirlo.
Y uno entra ciertamente atraído por la figura que se esconde tras esa barra de bar de siempre. Un tipo con pinta de japonés desaliñado y algo misterioso se encarga de todo lo que sucede allí dentro, que a estas alturas sigue siendo un enigma. Para acabar de pintar el fresco surrealista, el señor encargado sirve vistiendo unas camperas que acompañan a unos pantalones cortos. Tal cual, al más puro estilo John Wayne en el oeste. Y claro, sorprende. Aunque el sombrero que llevaba puesto no te lo ibas a encontrar en Sin Perdón, también te lo digo.
Pero es que todo el local presenta una temática kitsch ligada a este gusto por el Oeste americano. Recuerden, el tipo es japonés y viste camperas y un sombrero. En un local del Eixample donde se hacen dumplings. Y parece un bar Paco. Todo muy felliniano. Así, el show debe empezar en algún momento, y allá vamos.

En principio es un autoservicio (también posibilidad take away), así que pides en la barra y él te lo deja allí para que lo recojas. Si no hay mucha gente (no parece, al menos por ahora) se acercará a tomar nota a la mesa, sin problema. Lleva 18 años en Barcelona pero su castellano (catalán ya ni pregunto...) no acaba de ser muy fluido. Eso por casarse con una japonesa y no con una catalana, palabras literales. Se hace entender, evidentemente, pero no es un jugador serbio de baloncesto.
Y nos explica su historia. Japonés, amante del Oeste americano y hermano del propietario del Yoi Yoi Gion de Diagonal/Pau Claris. Su hermano tiene un local carísimo en zona Comanche y él tiene un pequeño y humilde local en Eixample tocando hacia Sants, mucho más barato, humilde y de pocas pretensiones. Sobre todo porque sirve cuatro cosas literalmente. Algunos makis, algunas gyozas y un par de cosas más que no son ni una cosa ni otra y ya (queso en aceite con comino, por ejemplo). Está solo y según cuenta lo hace él todo. A mano. Artesanalmente. Pues bien. Y el local lleva abierto 3 meses solamente.

De primero unos makis (uramakis) de cerdo rebozado. La otra opción era surimi, y pasando un poco.
Bien, correctos, aunque algo secos. El detalle de la mostaza en lugar de wasabi es mortal. Hipsterismo revisionista puro que no sabes si es sacrilegio o genialidad. En cápsula de magdalena...


De segundo, gyozas. Quería probar algo diferente y elegimos de Nira. ¿Y qué es nira? Pues según la pizarra del local una especie de ajo japonés. Y recordaba el sabor, sí. Muy curioso, aunque tal vez demasiado vegetal para mi gusto. Si te comes las 6 acabas un poco harto del Nira a no ser que seas vegano anarquista o algo.
Bien pasadas por la sartén estaban. Crujientes de verdad. Había más opciones, entre ellas la de pulpo que queda como pendiente...
Para acabar, una rareza acorde con el local que visitamos hoy. Bikini de mochi con huevas de bacalao. Sí, culitorcidos están ahora como yo lo estuve entonces. No sabría definir este producto. De mochi al final tiene poco al estar pasado por aceite. Queda crujiente y la textura del mochi arrocero no se percibe por ningún sitio. El relleno es una especie de pasta blanca que imagino es el bacalao, pero procesado de alguna forma (esto también lo hace el señor del Saloon?). Y alrededor del relleno y bajo la pasta del mochi, logré intuir jamón y queso, pero no puedo asegurarlo del todo. Rarísimo. No estaba malo, ojo, pero muy raro. Y no era tampoco una exquisitez que vaya a gustar a todo el mundo, también lo aviso. Muy curioso, desde el concepto a la textura final.
Detalle del relleno con cerveza diabólica al fondo (tienen Gingerale!!). Todo en este local es raruno. Genialidad o tomadura de pelo.
En definitiva, un local recomendable si les va el kitsch y las gyozas. Precios no baratos justificados si todo el trabajo lo hace el señor de las camperas hermano de Yoi Yoi y porque el japonés es por definición no barato. En todo caso se le puede dar una oportunidad si les entra un antojo o son unos fetichistas de las camperas y el Oeste. Experiencia muy curiosa a unos 15€ por cabeza. (Y regalo de caramelitos tipo Pez al final con la cuenta)
Horario concentrado en un par de franjas, cerrando a las 10 por la noche (bien hecho).
Ustedes mismos, que luego saldrá en algún blog moderno y se pondrá de moda. Les dejo las genialidades finales decorativas del local, algo freak pero muy simpático sin duda.

GENIALIDAD.